Para unas escritoras tan vivas que no tuvieron más remedio que morir.
Persiana rota.
Miro cómo cae sin moverse.
Hoy caminé y vi una cuerda trenzada que colgaba del árbol de mi calle.
Una soga.
Después rectifiqué: un columpio.
Cito una frase que me gusta mucho de Rilke: Temo que si me quitan mis demonios se puedan morir mis ángeles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario