Uno de los peores momentos
de mi vida fue cuando me di cuenta de que la soledad no solo era una
opción para poder estar conmigo misma, sino que era una simple
constante en mi vida, y que no importaban mis orígenes, pues iba a
tener que lidiar con la situación presente sola, mediante ridículas
decisiones diarias.
Pendientes como futuros
temibles
se agazapan los minutos,
captando mi atención,
mi aleteo pausado,
convirtiéndolo en fuego
cálido de las entrañas terrestres,
haciendo que acuda el tambor
el sonoro e inesperado ruido
del grito,
la risa que nunca advertí
poder percibir,
y recuerdos que vienen
siguiendo
Me gusta la idea de que el olvido sea parte de la vida, y un trozo de vida se vaya con el olvido.
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