jueves, 13 de noviembre de 2014

Para Blake y los Proverbios del infierno

Es impensable todo lo que podría dedicar a Blake, ya no solo letras sino ideas, que no llegarán a la perfección que alcanzaron con él, que son difusas y etéreas, pero las conocí por él y eso es lo que cuenta.






Sacrifico la pobreza por prudencia,
mato al sueño y no sueño,
elevo mis alas para comprobar que no vuelan,
cabalgan mis pies si cojeo.
Ver que tu felicidad es otra
inalcanzable
no verla
verte
incapaz de crear
torpe recreando
tan audaz en tu persistencia
y tan moribundo.
Recortaré horas
todas las que sean necesarias
la enfermedad no es más que el invento
para evitar estar enfermo
para seguir caminos conocidos
y no adentrarse en el terreno abandonado
y no pincharse con arbustos y
así envenenarse, de todos modos.
Qué cálido es el frío y torpe quien sabe
tortuosas máximas:
el camino de vuelta a casa
o como la mañana en que abres una puerta.
Sin saber poner ejemplos ni rostros
ni marcar vidas con lápices
sin juzgar sin dañar,
sin notar avance sin enfermedad.
Los muertos vivirán, sépanlo,
y la peste que consagraba un admirado poeta
y la pestilencia que consagro por él
y por mí,
no me dejarán acabar un pensamiento
ni creer que puedo ser
más de lo que creo.
No es la pestilencia sino yo,
no soy yo, no.  

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