jueves, 1 de enero de 2015

Año nuevo


Cuando me conozcas sabrás que no me gusta decir adiós; acabar, así, como si se tratara de algo que hay que hacer por obligación, como si se acabara una caja de cereales para luego tirarla, como si se eliminara un contacto del móvil y todo fuera sencillo.

Nosotros no podemos acabarnos, ni a nosotros mismos ni a los demás, no somos finitos, no tenemos principio exacto ni tampoco fin. Despedirnos es soltar, disfrutar del cambio, crecer. Reconocer lo que es importante. Hay despedidas implícitas, o miradas que despiden, o ese "no es el momento" que es solo un segundo en el que lo piensas. Pero si algo acierto a entender, es que es necesario hacerlo. Para ti o para los demás. Sin embargo, despedirse no significa que nunca volverán a formar parte de tu vida, porque, como bien he comprobado, si se marchan es para que les recuerden.

Para recordar, no vivo en el pasado, vivo aquí, y, a veces, alguien me recuerda al pasado.

Sea bienvenido el presente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario