sábado, 13 de diciembre de 2014

Tus palabras

Comparar la Navidad con tu sonrisa parece lo más usual, ambas esperan el calor de las llamadas.
Pienso en el privilegio de acompañarte, de elegir hacerlo y que sonrías. Pienso en todos los que te sonríen, afortunados por encontrarte. En tus manos el esfuerzo de una familia, en tus ojos el sol que brilla como en cristales de ventanas. De tu ropa me gusta la madera y la calma, las siete de la mañana, las cuatro de la tarde y las ocho de la noche.

Al recibirme, tu casa es la niñez en mis ojos cansados, y el paraguas de la entrada la curiosidad de verte como si no te conociera debajo de él. Juego a esconderme porque sabes dónde estoy, siempre bajo el mantel de la mesa del comedor, esa tela para el invierno. Me divierto escondiéndome, creo que es el pensar qué estás haciendo, si estás pensando en mí; o volver a verte la cara como la primera vez que no recuerdo. El agua de la cocina deja salir los secretos que me ocultas y que solo se desvelan con magia. Por las mañanas la casa es demasiado grande y lo que conoces es deslumbrado solo por la luz. Solo es un reflejo de alguien que ha pasado.

Que me cuentes tus historias, para qué. No quiero que hables sobre mí como quien habla de una historia, de un día o una casualidad que se echó a perder por avatares del destino en el que no crees. Soy alguien que quería jugar para verte sonreír. Somos quien queremos pero somos, un suspiro de agotamiento que entra por la boca hasta llenarnos. Si no fuera por ti no creería en el milagro de los sonidos de las puertas ni en el milagro de las palabras. Con tus palabras no solo me cuentas historias, no solo consigues que un día de trabajo con tus manos y las cuerdas sea una perfecta composición. Viví un día contigo y cuando salimos al jardín me enseñaste a plantar un árbol y me hablaste sobre las semillas. Vi que en tu jardín había algunas flores y cactus fuertes y secos y plantas que necesitaban mucha agua. Les dabas de beber. El jardín y tus plantas, la paciencia, el cambio. Te comprendo y me comprendes. Me haces creer. Si algún día me piensas como una historia, que sea de las que recuerdas cada día, una historia con la que aprendas, una historia en la que estés conmigo.

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