sábado, 28 de marzo de 2015

La madrugada del sábado



La madrugada del sábado


Había decidido dejar de imaginar sauces
en medio de la ciudad, escudriñar la luz.  
Celebrando la victoria del equipo,
cogí la cañita con la boca y di un sorbo
a las sonrisas rectas de mis amigos,
a las apuestas de quienes ya no existen.
Sentada en el sofá, miré hacia la puerta.
Todo pasaba delante de mí tan rápido,
y tú, con el libro entre los vasos,
colocando tu cabello detrás de tu oreja,
escondiendo de mis ojos el ruido.
Mi cabeza grababa tus movimientos;
azul y lenta, apuraba el último trago,
las estrellas de tus hojas, perdiéndose
en el parque, en las ramas de tu cabello.

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