La
culpa se ha instalado
en
las venas del paraíso.
No
creo en ningún movimiento
excepto
el del viento contra la ventana.
No
creo en las trampas,
como
el juguete del niño
en
la memoria del anciano.
El
mundo se dobla sobre mi cabeza
pinchándola
con briznas de alfileres.
Hay
un agujero entre las rocas.
¿Qué es de mí sin nada
que me rompa?
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